Por diferentes circunstancias y acontecimientos, mis padres me instaron a estudiar en mi ciudad, alguna otra profesión.
Luego de una larga reflexión acerca de qué podría estudiar, me decidí por la Ing. Industrial, pero siempre con el firme anhelo de un día, dedicarme a la docencia.
Al terminar mi carrera de Ing., empecé a trabajar en una empresa; pero sentía que había algo más satisfactorio que podría experimentar, fue entonces, cuando decidí llevar mi currículum, a diferentes planteles de nivel medio superior.
Quizá pueda parecerles extraño, pero antes de llevar mis papeles al plantel donde hoy me encuentro laborando, hice una breve, pero sincera oración a Dios, pidiéndole que Él me abriera las puertas para lograr alcanzar mi sueño.
Y el mismo día que llevé mis papeles quedé contratada. Lo cual era difícil, debido a la falta de fuentes de empleo.
Ya estando dentro, sabía que me estaba enfrentando a un gran reto, pero estaba dispuesta a enfrentarlo.
A lo largo de mi estancia en el plantel, he recibido capacitaciones, las cuales han sido de gran ayuda para el desempeño de la docencia.
Hoy puedo decir con seguridad, que el estar como docente, no fue una segunda opción, sino que siempre fue la primera.
Considero que el ser docente es un privilegio, una satisfacción, que en ocasiones no es fácil describir.
El ver las vidas transformadas de los alumnos, es mi mayor motivación.
Reconozco que me causa insatisfacción que la materia que comparto, es donde existe el mayor índice de reprobación; pero se, que en lugar de verlo como una debilidad, debo verlo como una oportunidad de esforzarme aún más.